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Desechables de viaje - Ilford XP2 Super Single Use

A principios de la primavera, en un pedido que hice de material sensible para tener durante esta estación, encargué dos cámaras desechables, de un solo uso, Ilford XP2 Super Single Use. Su destino iba a ser determinada actividad lúdica con unos amigos, que finalmente se canceló. Como ha sucedido con tantas actividades fotográficas de esta primavera que han hecho que buena parte de aquel material sensible siga intacto. Pero encontré la ocasión de dar buen uso de estas dos cámaras desechables en el viaje que hace un mes realizábamos por el sudeste francés y el lago Lemán en Suiza.

La primera fotografía tomada de las dos cámaras, en la estación de Nimes.

Llevo usando cámaras de un solo uso de forma muy esporádica desde hace casi treinta años. Algún día tengo que recuperar, de donde sea que se encuentren, los negativos de cuando hacíamos rafting en Sort, o de las panorámicas que hice en 1990 viajando por Francia y Bélgica. La cámara que he usado en esta ocasión ha sido una novedad para mí. La cámara, el tipo de película no, que ya somos viejos conocidos. Y esta en una imagen obtenida del sitio web de Ilford Harman. Espero que no les moleste su uso en esta página.

Como veis, es una cámara muy sencilla, como la mayor parte de este tipo de cámaras. Fabricada en plástico, este modelo esta recubierto por una funda en cartón con la imagen de marca, y una carcasa de plástico transparente que otorga algo de protección a la cámara, aunque no para hacerla sumergible o resistente a inclemencias del tiempo importante. Con ligera lluvia sí que la he usado sin más problema que ir secando las gotas que caían en el objetivo de plástico. Una recomendación, llevar siempre a mano una toallita de microfibras, que no rayan las lentes, para secar el material de inmediato cuando se moja. En tiendas de deporte como Decathlon las hay muy baratas y útiles.

Un par de instantáneas tomadas en Arlés.

Otras características importantes de la cámara son, según el documento técnico del fabricante, las siguientes. El objetivo tendría una longitud focal de 30 mm, con una apertura fija de f/9,5. La velocidad de obturación, también fija, es de 1/100 segundos. Está enfocado teóricamente a la hiperfocal, permitiendo imágenes nítidas entre 1 metro e infinito. Si calculamos la hiperfocal para estas condiciones en la Online Depth of Field Calculator, esta estaría a 3,18 metros, y la zona de nitidez estaría entre 1,59 metros e infinito. Bueno... todo es un poco aproximado, pero razonablemente útil.

Estasa dos instantáneas son de Aviñón, con tiempo más nublado que en Arlés.

Estas cámara llevan un flash incorporado, que hay que activar con un botón frontal, y que permiten iluminar hasta 3 metros de distancia. Útil como flash de relleno. Obligatorio en interiores. Nos anuncian que llevan un rollo de 24+3 exposiciones de película Ilford XP2 Super 400. Es una película en blanco y negro pero con tecnología cromogénica, que se revela en la sopa común del proceso C-41, la habitual para las películas negativas en color. Por lo que no debería ser complicado encontrar un lugar donde revelarla. Yo las he mandado a Carmencita Film Lab, donde hacen muy buen trabajo. Solicité un escaneado XL, 5350 x 3590 píxeles, algo más de 19 megapíxeles. Veremos dentro de poco que no es necesario digitalizar a tanta resolución.

En el espectacular Pont du Gard tuvimos también abundancia de luz solar.

Después de esta descripción técnica del aparato, ¿qué resultados da? Pues muy simpáticos, pero con limitaciones. Evidentemente, el sencillo objetivo de plástico, que creo que es un menisco con alguna superficie asférica fabricado en moldes, en el documento técnico no lo pone, tiene sus limitaciones. Razonablemente nítido en el centro del campo, los bordes y las esquinas se degradan rápidamente. Por lo tanto, la definición en la imagen tiene sus limitaciones, aunque el buen contraste de las mismas las dota de un aspecto agradable. En cualquier caso, nos podemos contentar con escaneados a menor tamaño, porque son imágenes que no dan para grandes ampliaciones, y así nos ahorramos algún dinero. Probablemente, un escaneado a 6 megapíxeles sea más que suficiente.

La luz del atardecer en Annecy es menos intensa pero de muy buena calidad.

Una de las claves del éxito con estas cámaras no está en saber cuándo se pueden hacer fotos, sino en saber cuándo no merece la pena, absteniéndonos y reservando fotogramas para los momentos adecuados. Si aplicásemos la regla del sunny f/16, aquella que nos dice que en las horas centrales del día con el sol a nuestra espalda iluminando frontalmente la escena la exposición adecuada es f/16 y como velocidad de obturación la inversa de la sensibilidad de la película, tenemos de sobra con esta cámara para fotografiar en condiciones de exteriores nublados. Entre f/8 y 1/400 segundos que nos indica la regla en cuestión y los f/9,5 y 1/100 segundos que nos ofrece la cámara hay una diferencia de en torno a un paso de exposición, a groso modo, para fotografiar con seguridad. Pero a esta película cromogénica de ISO 400, como sucede con otras en color, le gusta la luz. Y una cierta sobreexposición le sienta bien, disminuyendo el tamaño del grano y sin que se bloqueen las luces. Así que es una cámara muy adecuada para exteriores razonablemente bien iluminados. A las sombras les cuesta empastarse, pero cuando la luz general es escasa, la escena aparece pero el nivel de grano es mucho más evidente.

En Chamonix-Mont Blanc tuvimos condiciones de luz muy diversas en cuanto a intensidad, y no siempre de buena calidad; pero la cámara salió adelante.

En interiores, no he hecho ninguno, irá bien con el flash y con el sujeto principal en las cercanías. Si la estancia es muy profunda, los fondos quedarán negros, y si no, algo les llegará de luz del flash más la ambiental y pueden quedar agradables. También va bien el flash como luz de relleno durante el día, en caso de contraluces, o para rellenar sombras fuertes de los rostros de nuestra gente querida.

En cualquier caso, es una cámara que te libera de preocupaciones. Si interiorizas los momentos en los que puedes disparar y los que no según las condiciones de luz, todo es encuadrar y disparar. Y por el resultado de mis fotos, el visor es bastante útil porque se aproxima bastante al resultado final. No he tenido ningún desastroso resultado por errores de paralaje. Lo cierto es que he quedado muy contento. Aunque probablemente, en un futuro, por ejemplo en cierta escapada a Constanza en agosto, preferiré llevarme un cámara compacta con un objetivo decente, que no abulta mucho más tamaño, y conseguir una mayor nitidez en todo el campo. No sé. Si el pronostico es bueno, sin lluvias, la Leica Minilux. Si el pronóstico es húmero, la Olympus mju-II, que está protegida contra las inclemencias del tiempo.

La ciudad suiza de Ginebra y el pueblecito francés de Yvoire, ambos a orillas del lago Lemán, con tiempo soleado radiante, son mis últimos ejemplos de una experiencia muy positiva.

Agfa Isolette I - modesta cámara alemana de posguerra para formato medio

Tengo pendiente terminar un trabajo derivado de un taller de fanzines fotográficos que realicé recientemente. Pero en mis dos últimas semanas he tenido mucho menos tiempo disponible de lo que esperaba,... cosa que se puede mantener todavía hasta mis proyectadas vacaciones a principios de junio. En cualquier caso, durante las actividades de ese taller realizamos un paseo fotográfico un domingo de abril por las calles del centro de Zaragoza, que culminamos en el mercadillo dominical de la plaza de San Bruno. Y mientras buscaba oportunidades fotográficas, es decir, para realizar fotos, me encontré con otro tipo de oportunidades fotográficas. En el ámbito de las cámaras antiguas. En uno de los puestos del mercadillo me encontré por un precio muy muy barato para lo que suele ser con la siguiente cámara en un estado de conservación bastante bueno. La compré. Menos dinero que salir un sábado a cenar tomándose una cerveza al principio de la tarde y un combinado al final de la noche.

Se trata de una de las típicas cámara de objetivo retráctil y para película de formato medio, tipo 120 en este caso, que tanto abundaron entre finales de los años 20 y los años 50 del siglo XX. En este caso, se trata del modelo Agfa Isolette I, cámara alemana que ofrece negativos de 6 x 6 cm. En realidad, aproximadamente en este caso de 57 x 57 mm. Uno de los principales problemas de estas cámaras, que no puede ser revisado con claridad en el momento de la compra, es el estado del fuello, que en ocasiones puede tener filtraciones de luz, inadvertidas al inspeccionarlas. En este caso, el aspecto era muy bueno, y el vendedor aseguraba que no tenía. Al contrario que muchos otros vendedores de mercadillo, tenía una razonable cultura fotográfica.

A pesar del nombre, no es la primera iteración de los modelos Isolette de Agfa. Si no he contado mal al investigar su origen, es el tercer modelo de esta serie, cuyos primeros modelos de antes de la guerra mundial e inmediatamente posteriores a esta se estilaban como Jsolette. Todos estos modelos eran muy similares entre sí, admitiendo distintas configuraciones de objetivos y obturadores bajo la misma denominación del modelo.

Como pude comprobar más adelante, el estado general de la cámara está realmente muy bien, más allá de la impresión inicial que ofrece el aparato, que es buena. Los fuelles están en muy buen estado, sin filtraciones de luz. El objetivo enfoca con suavidad, y sus ajustes de diafragma y velocidad de obturación tampoco presentan ninguna dificultad.

El objetivo se anuncia como un Agnar 85/4,5. Un focal un poquito más larga de lo habitual en estos aparatos, habitualmente 75 u 80 mm, y una apertura bastante favorable para la época y el tamaño del aparato, en el que no era raro que la luminosidad máxima de los aparatos más populares fuese f/6,3, un paso más oscuro que este que tenemos entre manos. El obturador de tipo central ofrece velocidades de 1/25, 1/50 y 1/200 segundos, aunque se puede ajustar en cualquier posición intermedia. También ofrece una posición B y una rosca para cable disparador. El obturador hay que armarlo manualmente antes de disparar la foto. El diafragma se ajusta también de forma continua entre f/4,5 y f/32. Y el enfoque es por estimación,... con la escala de distancias en pies. Debió ser un aparato destinado a su venta en el Reino Unido.

No me supone mucho problema esta cuestión, a pesar de ser un aparato para enfocar por estimación. Las distancias de 10, 15 y 30 pies aparece marcadas. La primera y la última en rojo. Corresponden, aproximadamente, con los 3, 5 y 10 metros. Las marcas rojas corresponden a los modos de retrato y la hiperfocal, y en la escala de apertura se corresponden con una marca situada cerca del f/11, que es la apertura propuesta como más adecuada para este aparato. La distancia más corta de enfoque es de 3 pies, o sea unos 90 cm.

La película que se usa es el formato 120 de toda la vida, y el contador de exposiciones son las marcas en el papel protector de la película que se ven a través de la ventanita roja en el dorso de la cámara. Muy oscura. En condiciones de poca luz no siempre se ve bien. No hay prevención para la doble exposición. Así que si te despistas a la hora de pasar de fotograma tras la realización de una foto, es probable que cometas este error con facilidad. El visor de la cámara es un visor directo muy sencillito y no demasiado fácil de usar, especialmente si alguien lleva gafas.

¿Y qué tal las fotos?

Para probar la cámara usé un carrete de Ilford FP4 Plus que expuse a su sensibilidad nominal de ISO 125 y revelé en Rodinal según las indicaciones estándar con una dilución 1+25 durante 9 minutos a 20 ºC, con una agitación continua moderada durante medio minuto, y luego cuatro inversiones cada 60 segundos.

Los negativos me quedaron muy densos, lo cual me hace sospechar, teniendo en cuenta que fui cuidadoso a la hora de medir la luz con un fotómetro externo, que las velocidades de obturación no son exactas y son inferiores a lo anunciado. Es algo que pasa con cierta frecuencia con los obturadores mecánicos tan antiguos.

El objetivo, que se anunciaba como un triplete de tres elementos no agrupados con un revestimiento sencillo, pero revestidos al fin y al cabo, tiene un contraste entre moderado y bajo. Especialmente si no colocamos la luz principal de la escena a nuestras espaldas. Con luz lateral o frontolateral, se pierde contraste. No digamos ya si la luz principal está en el encuadre, en posición frontal.

Las fotografías que aquí muestro están digitalizadas con el Epson Perfection V600 Photo a una profundidad de color de 16 bits, en monocromo, con el fin de obtener una abundante información para un tratamiento posterior de la imagen en un proceso mixto químico-digital. Hay que esmerarse en la fase digital del procesado para obtener unas imágenes con un poco de fuerza. Y eso tiene como consecuencia que el grano de la FP4 Plus, habitualmente contenido, se haga más presente.

Desde que se me estropeó el obturador la Voigtländer Perkeo II he andado huérfano de una cámara de formato medio bolsillera de este tipo. Había oído hablar bien de estas Isolette, y mucho mejor todavía de las Super Isolette, de Agfa. Pero se nota que el objetivo de esta cámara que os comento hoy está muy por debajo del objetivo tipo Tessar que lleva la Perkeo II y, probablemente también, las Super Isolette. Estas últimas además llevan un telémetro de coincidencia que permiten enfocar con más precisión.

El enfoque por estimación no me supone problema, para el uso que habitualmente se le da a estas cámaras. La presunta lentitud del obturador que he detectado me molesta un poco más. Limita las velocidades utilizables y provoca unos negativos excesivamente densos. Pero realmente las limitaciones ópticas del Agnar son las que me han hecho enfriarme sobre las posibilidades de llevar en el bolsillo de las chaquetas esta cámara durante mis viajes como hacía con la Perkeo II.

Ahí queda de todos modos para un uso eventual y lúdico. Ya que por lo demás... la cámara está bien.

Nueva cámara titular viajera - Panasonic Lumix G9

Un poquito de historia. Contada con fotos. En 2001, durante una de las ferias que se celebraban anualmente en Huesca de material fotográfico clásico y de ocasión cada primavera, dentro del certamen Huesca Imagen, compré mi primera cámara Leica; la pequeña Leica CL, con su Summicron-C 40/2. Posteriormente, llegaría el Elmar-C 90/4, y un Voigtländer Snapshot-Skopar 25/4 MC. En

En el verano de 2003, en el Perigord, comprobaba que no era necesario cargar con la réflex y sus pesados objetivos zoom para traer fotografías interesantes de los viajes. Se podía viajar ligero sin renunciar a casi nada.

El año 2008 se anuncia el advenimiento del sistema fotográfico Micro Cuatro Tercios, respaldado por varias empresas del sector, aunque principalmente por Olympus y Panasonic. En 2009, Panasonic propone la Panasonic Lumix GF1, con un Lumix G 20/1,7 ASPH y un Leica DG Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH OIS. Tan fuertemente me recordó a la configuración de la pequeña Leica CL que me hice con este equipo.

En diciembre de 2009, mi Lumix GF1 empezaba a demostrar de lo que era capaz en una escapada invernal a París.

En los años siguientes me quedó una cosa clara. Viajar con las pesadas cámara réflex digitales y sus cada vez más pesados objetivos, que iban engordando en volumen, peso y precio conforme los captores digitales incrementaban su resolución y su tamaño, no tenía sentido para mí. La pequeña micro cuatro tercios me permitía obtener fotos muy satisfactorias. A lo mejor no las mismas que con un equipo réflex, pero no peores. Si acaso diferentes.

En 2012, durante 3 años, mi Lumix GF1 me había acompañado por toda Europa, y me había convencido de las bondades del sistema. Aunque también de que aquella GF1, con un planteamiento y un diseño muy correctos, era un producto todavía algo inmaduro. Por ello, en aquel 2012, di un salto cualitativo importante con la salida al mercado de la serie OM-D de Olympus, con su primer modelo la Olympus OM-D E-M5.

Los fiordos occidentales noruegos fueron la prueba de fuego,... más bien de agua, para mi E-M5 en julio de 2012.

Los aspectos clave que convertían a la OM-D E-M5 en una cámara de éxito eran los siguientes:

Una gran variedad de posibilidades de configuración y de personalización de las ruedas y botones que controlan el funcionamiento de la cámara.

Un cuerpo sellado perfectamente contra las inclemencias atmosféricas, especialmente el polvo y la lluvia.

Una calidad de imagen notable con su captor de imagen de 16 megapíxeles, que puede parecer modesto, pero que es más que suficiente para el 98 % de las fotografías que hago que rara vez superan la ampliación de 30 x 40 cm. Alguna vez he subido a 45 x 60 cm, y ha aguantado bastante bien, siempre que la imagen de origen fuera técnicamente perfecta en la toma.

Un estabilizador de cinco ejes para el captor de imagen que permite compensar de sobras el menor rendimiento de los sensores micro cuatro tercios a sensibilidades altas con respecto a los sensores APS-C o de formato completo.

Durante los últimos seis años, esta cámara, acompañada (a veces sustituida) por otras dos de captor de imagen similar, la compacta Leica D-Lux o la compacta de objetivos intercambiables Panasonic Lumix GM5, han sido acompañantas extraordinariamente fieles en mis viajes por el mundo.

El viaje a Japón en septiembre de 2014 es uno de los que más he disfrutado en compañía de la OM-D E-M5; incluso con la dudosa calidad de la "galletita" ojo de pez de la marca.

Sin embargo, durante el año pasado, la Olympus empezó a dar una serie de síntomas de cansancio que indicaban que estaba acusando el castigo de los muchos kilómetros recorridos a bordo de mis macutos y mochilas de viaje. Y quizá con ello una disminución en su fiabilidad. Veamos cuáles son los problemas detectados.

El primero de ellos ha estado siempre ahí aunque sólo lo he acusado notablemente en los viajes más de naturaleza, como Islandia o las Lofoten. Con el objetivo de focal variable M.Zuiko Digital ED 12-40/2,8 Pro conforma una poderosa alianza por su calidad de imagen y su resistencia a las inclemencias del tiempo. Pero el conjunto tiene una ergonomía desequilibrada. La E-M5 sólo se siente a gusto con objetivo pequeños, ligeros.

La batería se me ha atascado en repetidas ocasiones en el último año y medio, cada vez con más frecuencia, pasándolas canutas para extraerla de la cámara sin estropear nada. Y las cámaras sin espejo tienen el problema de necesitar al menos un cambio de batería al días cuando estas viajando.

Desde el año pasado, y se hizo especialmente notorio en el viaje a Corea del Sur, de cada 20 o 25 fotografías una se me quedaba negra. Como si el obturador no se accionase. Y esto genera una inquietud notable.

De hecho, en ese viaje usé más la pequeña y discreta Lumix GM5 que la OM-D E-M5. La primera iba permanentemente calzada con focales cortas, las más habituales, y la segunda con el tele corto. Eso limitaba los riesgos de fotos perdidas y evitaba los cambios de batería durante el día.

Seúl en octubre de 2017; la Lumix GM5 es pequeñita, y con una ergonomía limitada, pero matona. Y en calidad de imagen no tiene nada que envidiar de la OM-D E-M5. Fue un regalo.

Por lo tanto, durante el invierno he estado dándole vueltas al recambio de la Olympus OM-D E-M5. Y en otoño se anunció un modelo de Panasonic a la que sólo le veía un "defecto" objetable. Un "defecto" que al mismo tiempo resuelve alguno de los problemas de la E-M5. Veamos sus principales cualidades de la Panasonic Lumix G9.

Goza una de una potente y eficaz protección contra las inclemencias del tiempo, igual o superior a la de la E-M5. De hecho, se está promocionando principalmente entre los fotógrafos de naturaleza.

Dispone de un sistema de estabilización óptica muy potente, que además se puede combinar con el de los objetivos Panasonic estabilizados. Garantizada su capacidad de obtener fotos nítidas a velocidades de obturación muy reducidas. En el entorno de 1/4 de segundo.

Dispone de un sistema de doble ranura de tarjeta SD que me resuelva para siempre la preocupación por un sistema de copia de seguridad instantánea de las fotografías en los viajes. Cada foto queda copiada de forma idéntica y por duplicado en el momento de la toma, tal y como es mi preferencia de configuración.

Su captor de imagen de 20 megapíxeles y sin filtro de paso bajo ofrece una calidad de imagen claramente superior. Y además a mejorado su rendimiento a sensibilidades altas.

Es muy muy muy muy muy muy muy rápida. Aunque esto tiene para mí una importancia muy relativa.

El "defecto"/cualidad más diferencial es que es apreciablemente más grande. Lo cual a priori iba en contra de la filosofía del sistema. Hice mis comprobaciones. Está en el límite admisible, pero es admisible. Y con los objetivos de focal fija más ligeros sigue siendo un aparato muy llevadero. Y el tamaño tiene una ventaja. Si he de usar el 12-40/2,8 o si le adapto teleobjetivos que tengo por ahí, se puede usar con comodidad. Cosa que no sucedía con la Olympus.

Tras comprobar que la posible alternativa en forma de seudotelemétrica, la G9 tiene forma de seudoréflex, no estaba a la altura, me decidí por ella. La Lumix GX9 anunciada recientemente no está protegida contra las inclemencias del tiempo, sólo tiene una ranura de imagen y es demasiado pequeña para según que objetivos. Por otro lado, la OM-D E-M1 II de Olympus, su principal competidora, tiene un año más en el mercado y cuesta trescientos euros más.

Adjudicada la Lumix G9, que en estas fotos podéis ver comparada con sus predecesoras en mi bolsa fotográfica. Sí, ya sé. Para disimular un poco la diferencia de tamaños, he puesto el objetivo grandote en las cámaras más antiguas.

La tengo en casa desde hace una semana y un día. Le he ido probando en distintas condiciones. Ni que decir tiene que no esperaba otra cosa que un buen rendimiento. Pero os pongo algunos ejemplos de distintas situaciones.

Con el 12-40/2,8 compone un equipo equilibrado, de cierto tamaño, pero notablemente más compacto y ligero que en un equipo réflex de formato APS-C o formato completo y con muy buena calidad de imagen. Recordemos que sus focales equivalen a un 24-80 en formato completo.

Un objetivo que uso poquito, que me costó un cantidad ridícula de dinero, no llegaba a 100 euros en un outlet, y que tiene una calidad de imagen bastante buena, es el Lumix G Vario 35-100/4-5,6 ASPH. Es tremendamente ligero, y suma su propio sistema de estabilización al incorporado en el cuerpo de la cámara. Sospecho que lo voy a usar más. Recordemos que sus focales equivalen a las de un 70-200 en formato completo.

La primera mañana que lo tuve me lo llevé al trabajo, e hice fotografías al amanecer con altas sensibilidades. También algunos interiores. Y algún retrato a mis compañeras que no pongo porque no les apetece salir en público. Con el compacto pancake Lumix G 20/1,7 ASPH. Que es una focal equivalente a un 40 mm en formato completo. Alguna de las fotografías están realizadas a ISO 5000.

Otras situaciones...

Probando el efecto cortina de agua disparando a 1/4 de segundo a mano alzada...

Comprobando la discreción de la cámara en modo reportaje...

Intentando que funcionase con un adaptador a Canon EF con el EF 200/2,8 L USM... No funcionó el enfoque automático, aunque la foto se hizo... a ISO 12800...

En la exposición dedicada a Giorgio de Chirico en el Caixaforum... En interiores, a f/1,7 y una velocidad de obturación de sólo 1/15 de segundo, pude usar una sensibilidad de sólo ISO 200...

Y por último, una curiosidad. En situaciones en las que el sujeto es estático, tiene un modo en el que captor de imagen de 20 megapíxeles va realizando microdesplazamientos permitiendo obtener imágenes de alta resolución. Según la configuración, se pueden obtener fotografías de 40 u 80 megapíxeles. Comprobad recortes al 100% de un "retrato" de la veterana Olympus OM-D E-M5 que ahora pasa a la reserva activa.

El retrato completo de la Olympus.
Recorte de la foto al 100% de la imagen a 40 megapíxeles.
Recorte al 100% de la imagen de 80 megapíxeles.

Quizá no se vea exactamente al 100%... pero os podéis hacer una idea del asunto.

En fin... ya iréis viendo fotos. En una semana estaré probándola en Roma... ya os contaré.

Al asalto de un castillo con la Canon Powershot G5X

Mi primera cámara digital fue una Canon Ixus 400. Me encantaba. Todavía la tengo. Y creo que funciona. Aunque con alguna irregularidad relacionada con la batería. La compré a principios de 2003 y en un par de viajes comprobé que aquello estaba bien. Pero quizá hacía falta algo más. Las cámaras réflex digitales eran carísimas en aquel tiempo, y todavía era una tecnología por evolucionar. Pero en el noviembre de 2004, compré una cámara viajera que mejoraba las prestaciones de la Ixus 400. Se trataba de la Canon Powershot G6. Que todavía tengo. Y funciona sin problemas. Su puesta de largo fue en un viaje a Roma en diciembre de 2004, donde me sirvió espléndidamente.

Tenían un pequeño sensor de 7,1 megapíxeles, una pantalla articulada, diminuta para lo que hoy se lleva, un visor óptico muy impreciso, y un zoom equivalente a un 35-140/2,0-3,0. Permitía obtener archivos RAW y tenía diversos modos expertos de exposición. Sensibilidades entre 50 y 400 ISO. Esta última, muy "ruidosa", aunque en alguna ocasión la usé y no me arrepiento. El ruido no era "feo".

La serie G de Canon era una serie de cámaras compactas prestigiosas, que con la "democratización" de las cámaras réflex fue perdiendo fuerza, pero que no llegó a desaparecer del todo. En un momento dado, el número del modelo quedó emparedado entre la G y una X final, les aumentaron notablemente el tamaño del captor de imagen y se mantuvo en un mercado mucho más incierto que en sus inicios. Los sensores han oscilado, según modelos entre los de 1" y los de tipo APS-C con algún otro intermedio. Recientemente, a un amigo mío le regalaron por su cumpleaños una cámara actual de esta serie, la Canon Powershot G5 X, y me la dejó durante unos días. Nos dimos un paseo con ella por el castillo de Peracense.

Como curiosidad, los precios de ambas cámaras como nuevas se llevaban muy poco. Algo más barata la más antigua, pero si corrigiéramos por la inflación, prácticamente son del mismo precio. Pero las prestaciones son otro cantar.

Con un captor de imagen de 1", 20,2 megapíxeles, un sistema de grabación de vídeo notable, un visor electrónico estupendo, una pantalla articulada comodísima, y un objetivo equivalente a un 24-100/1,8-2,8, es una cámara muy capaz para ir por el mundo ligero de equipaje.

Como podéis comprobar, la pantalla articulada es de lo más apta para una práctica del autorretrato en condiciones dignas, siempre que tengas un poco de arte para elegir el encuadre y las condiciones de luz.

Tiene una cierta protección contra las inclemencias del tiempo, aunque no sé hasta donde llega, y se maneja con razonable comodidad. Los mandos tienen ciertas posibilidades de personalización, aunque se han quedado cortos, y que a determinados botones, ruedas o mandos no se les puedan asignar determinadas funciones resulta un poco frustrante. Pero en general, si te acostumbras, va bastante bien.

Con los fuertes contrastes de la dorada luz de un tardecer de atmósfera limpia, diáfana, la tarea de rescatar el detalle de las sombras se ha podido ejercer sin problemas y sin que el ruido electrónico sea un problema en ningún momento. En un momento dado he comprobado que la cosa se puede subir a ISO 1600 sin problemas. Y hasta ISO 6400 son utilizables pero aceptando compromisos y sin ampliaciones excesivas.

Me ha llamado la atención que la relación de aspecto del captor es de 3:2. Yo hubiera preferido un 4:3. Pero bueno, con más de 20 megapíxeles, luego uno recorta que aun queda material. Como yo he hecho, podréis comprobar en las fotos.

Probé también a convertir a blanco y negro algunas de las fotos, y quedan bien. Como estas que proceden del antiguo ferrocarril de Sierra Menera, al pie del castillo.

Para quien no quiera complicarse la vida con cámaras grandes y pesadas, quiera viajar discreto por la vida, sin más pretensiones que un aparato que le permita recoger lo que observa sin problemas, es un aparato perfectamente acertado. No es muy rápido en fotografía de reportaje, pero si el fotógrafo tiene una cierta capacidad de antelación, tampoco hay que descartar el género. Eso sí... partidarios de bokē cremosísimo y difuminadísimo... pues es complicado con ese tamaño de captor de imagen.

En fin, me despido con unas imágenes del pueblo de Peracense con la esperanza de que esta pequeña prueba le sea útil a alguien que esté pensando en una cámara de este tipo.

ActionSampler Clear - Cámara de juguete con posibilidades

Creo que ya lo he comentado alguna vez. Para un aficionado razonablemente serio a la fotografía, incluida la fotografía con película basada en los haluros de plata y otros procesos fotoquímicos, Lomography es objeto de una relación de amor y odio al mismo tiempo. Me explico.

Por un lado, hay que reconocerles que han jugado un importante más importante del que nos gustaría reconocer en mantener vivo un mercado que permita mantener la afición a la película fotográfica tradicional. También hay profesionales que siguen fieles a ella. Pero no entre los que consumen cantidades importantes como para justificar el interés de los fabricantes por suministrar equipo y consumibles. Los que trabajan a destajo, se ha pasado al digital, porque a la larga, e incluso a la corta, es más eficiente. Quedan aquellos que tratan la fotografía como una de las bellas artes, que siguen fieles a ella, y algún excéntrico que ofrece a sus clientes el aspecto final de la película tradicional en el reportaje social. O sea la BBC, bodas,  bautizos y comuniones, especialmente si el cliente tiene posibles. Así que la cosa de la película tradicional es cosa de aficionados y artistas. Y Lomography ha hecho mucho por los aficionados. Dudo que haya hecho mucho por el arte... aunque a veces vendan esa idea.

Por otro lado, se han "especializado" en vender cámaras malas a precios caros. Han creado una inflación en el coste de los equipos, que quizá sea un poco artificiosa. Ellos venden sus cámaras a un precio excesivo para la calidad que tienen. Pero también han provocado que haya más demanda de segunda mano para cámaras decentes, las millones que hay por ahí, abandonadas por sus dueños que se contentan hoy en día con las fotos del teléfono móvil. También promocionan acabados cutres y chapuceros, como si fueran "artísticos". Polvo, rayas, pelos, goterones del revelado, filtraciones de luz,... cosas que ha quince años eran una demostración de zafiedad, hoy en día son... "cool".

Como decía,... amor y odio simultáneamente.

Bien. En su catálogo de cámaras o chismes, hay cosas que pueden resultar razonables. Y divertidas. Es innegable. Y este es el caso de esta ActionSamplear Clear que os presento hoy. Por menos de 30 euros, puede proporcionar diversión, alegría y quien sabe si alguna foto interesante. Por qué no.

Como veis en la foto de presentación, su característica principal es que tiene cuatro objetivos que producen cuatro imágenes similares, pero no idénticas sobre un fotograma estándar de 36 x 24 mm. Similares, porque todas apuntan al mismo sitio, y trasladarán a la imagen los mismos objetos. No idénticas, por dos razones. La primera es que entre las cuatro habrá un cierto error de paralaje, su punto de vista es ligeramente distinto. Lo cual se manifestará especialmente en los objetos cercanos. En la distancia, ese error se minimiza. La segunda es que el obturador va abriendo brevemente la apertura de cada una de ellas secuencialmente en este orden: amarilla, azul, roja y, por último, verde.

Es pequeñita. Podéis haceros idea del tamaño con el carrete de Bergger Pancro 400 con la que la he probado. Prácticamente, bolsillera. Y podéis ver que en el interior hay cuatro tabiques que dividen el área de proyección de cada lente, evitando que se mezclen las imágenes. Ya aviso que hay bastante gente que se carga estos tabiques, porque el efecto es mejor sin ellos. A la vista de mis pruebas, y de lo que he visto a otros compañeros de afición, tienen razón.

Lo que hay que manejar de la cámara es elemental. Un visor de visión directa, azul clarito, que se repliega sobre la parte superior de la cámara. Un botón disparador, el amarillo, que al menos en mi ejemplar va bastante duro, provocando un retardo en el disparo. Esto es importante, porque la gracia de la cámara es usarla en situaciones de acción, para que el movimiento del sujeto se refleje en las cuatro imágenes del fotograma. Pero si no es reactivo,... es difícil controlar la cosa. Una rueda de avance de la película, rosa, y una palanca de rebobinado, verde. Para qué más. Un cordón permite sujetarla a la muñeca. 

Pero,... cuáles son los resultados...

Como ya he comentado, he utilizado un carrete de Bergger Pancro 400 para probarla. El revelado lo he hecho con TMax Developer, a una dilución 1+9, nueve minutos a 20 ºC. Pero... Pero. Lo cierto es que desde hace un mes es la primera vez que uso este revelador, que es reutilizable un determinado número de ocasiones. Se supone que un litro de preparado, 1+4, admite entre 15 y 20 carretes una vez preparado, según el tipo de película. Y que conviene desecharlo al mes de haberlo preparado, guardándolo mientras protegido de la luz. El caso es que hace unos días lo usé con una Lomography 100 Earl Grey, que lo dejó coloreado de verde. Lo tendría que haber desechado en ese momento, pero lo he usado de todas formas. Y el negativo ha quedado con muchas impurezas. He sido un idiota vamos. Revelar a revelado... pero una chapuza.

Observad el lateral derecho de esta última foto y veréis los restos de impurezas. Además, como ya había observado hace unas semanas, la Pancro 400 tiene una estabilidad dimensional. Se retuerce como una culebra. Por lo que es complicado manipularla una vez revelada, lavada y seca. No digamos mantenerla plana en el escáner. El caso es que es más fácil que se adhieran pelillos y partículas de polvo. La gloria de un "lomógrafo", vamos. Una pena, porque es una película que había probado y usado previamente en formato medio, donde no había apreciado este problema. Tienen distinta base. La película de medio formato usa como base el PET (Tereftalato de polietileno), mientras que la de 35 mm usa el acetato (de celulosa). Bergger jura y perjura que ambas llevan una capa para mantener la estabilidad dimensional, pero en la de 35 mm obviamente no funciona. Si buscáis por ahí, no soy el único que se queja.

Como veis, la he usado en diversas situaciones. He de decir que aquellas en las que se marcan más las diferencias entre los cuatro fotogramas, que implican a personas, no se ven aquí. O son niños, cuyas imágenes no publico, o adultos que prefieren no salir, o que no sé si les apetece, en un blog como este. Estas son las que más gracia e interés tienen ya os lo advierto.

Las cuatro lentes que lleva tienen una focal de 26 mm. Dado que cada una de las imágenes es una cuarta parte del fotograma, para encontrar la focal equivalente en el caso de que la imagen ocupara el formato completo, basta multiplicar por 2. Equivalen a cuatro objetivos de 52 mm, focales estándar. Hay que decir que el área de cada una de las cuatro imágenes es similar a la de un sensor micro cuatro tercios, aunque las proporciones no son las mismas. La apertura es fija a f/8, y la velocidad de obturación que se anuncia es de 1/100 segundo. Según esto, con una película de ISO 100 o 125 bastaría para fotografiar en situaciones que van desde el día soleado y despejado hasta un nublado no muy denso.

El caso es que yo he utilizado un negativo en blanco y negro con una sensibilidad nominal de ISO 400, y me han quedado unos negativos muy poco densos. Al verlos, me quedé con la impresión de que la subexposición iba a ser palmaria. Pero lo cierto es que al digitalizarlas no me he encontrado con sombras empastadas. En todos los negativos era posible apreciar detalle incluso en las sombras más densas. Desde luego, a mí esta película no me deja mal nunca. También pensé que la mala calidad de la solución reveladora podría haber influido. La dilución y tiempo empleados no aparecen en la hoja de especificaciones de la película, las he obtenido del Massive Developer Chart en Digitaltruth.

Lo que sí puedo decir es que la nitidez es bastante floja. Si además mueves la cámara para variar los encuadres durante la toma, todavía se pierde más nitidez. Pero no creo que nadie use esta película por su nitidez. En fin. Un divertimento. Ahora me queda eliminar los tabiques para mejorar el aspecto de las copias finales, y probarla con un carrete en color. Probablemente un Fujicolor Superia Xtra 400, que suele comportarse muy bien en todo tipo de circunstancias. Ya os contaré.