La fotografía como afición y otras artes visuales

CARLOSCARRETER.ES

Entre la pintura de Renoir y las fotografías de tres grandes en Madrid

Son las diez y media de la mañana aproximadamente del viernes 4 de noviembre de 2016 cuando desembarcamos del AVE que nos deja en la estación de Madrid-Puerta de Atocha. Llego a la capital del reino acompañado de una amiga que, después de comer, a primera hora de la tarde, seguirá viaje hacia Sevilla donde reside en estos momentos. Pero mientras tanto, nos hemos fijado algunos objetivos relacionados con el arte y la cultura para esta mañana lluviosa, que yo continuaré por la tarde ya por mi cuenta y con otra compañía.

Desde hace unas semanas, el Museo Thyssen-Bornemisza está celebrando una exposición "casi antológica" del pintor francés Pierre-Auguste Renoir, uno de los más prolíficos y conocidos del grupo de los impresionistas. Aunque como comprobaremos durante la exposición, su estilo evolucionó a lo largo de su extensa vida artística hacia otros estilos.

He puesto entre comillas lo de "casi antológica". Resulta hasta cierto punto sorprendente que en estos momentos se estén haciendo la competencia, en lugar de sumar esfuerzo, dos instituciones de prestigio en el mundo de la difusión del arte como es el Thyssen-Bornemisza y Fundación Mapfre. Esta última tiene simultáneamente otra exposición en Barcelona sobre el pintor en colaboración el Museo de Orsay y la Orangerie de París, por lo que no encontraremos estas obras representadas en la exposición que se celebra en Madrid. Imaginaos cuanto más rica hubiese sido una colaboración entre instituciones, con exposiciones en ambas ciudades pero con una muestra mucho más integral y antológica del pintor, que hubiese sido un acontecimiento histórico en el mundo del arte.

No me voy a extender aquí "descubriendo" a un pintor como Renoir, ampliamente conocido y respetado en el mundo del arte moderno. Sí que quiero avisar de una cuestión, por algunas conversaciones que he tenido estos últimos días. Son muchos los que asocian a Renoir con su etapa fundamentalmente impresionista. El impresionismo, en su momento, cuando surgió, mal visto por las instituciones establecidas en el mundo de las bellas artes, con el tiempo se ha convertido en uno de los estilos pictóricos más apreciados y más populares. La alegría que desprenden muchas de sus obras, el romanticismo asociado a París, el colorido, el hecho de que sea un arte figurativo y por lo tanto fácil de comprender, han hecho que gane una legión de adeptos por todo el mundo. Pero Renoir no se mantuvo fiel al estilo durante toda su vida, e incluso alternó estilos dependiendo del motivo al que se enfrentaba. Lo cual hace que algunas secciones de la exposición puedan ser menos apreciadas por algunos visitantes. Grave error. Conviene visitar la exposición sin prejuicios. Toda ella es interesante.

Como suele suceder en las exposiciones temporales de los museos, en la misma no estaba permitida la fotografía. Aunque había una sala destinada a experimentar con sensaciones tactiles y olfativas donde al parecer se hacía la vista gorda al no haber obras originales en exposición. Y donde tomé las fotografías ilustrativas que habéis podido encontrar más arriba.

Como estaba incluido en el precio de la entrada, si perder mucho tiempo visitamos algunas salas de la exposición permanente del Museo Thyssen-Bornemisza donde sí que está permitida la fotografía sin flash, centrándonos especialmente en las salas de arte moderno y contemporáneo. Aunque no de modo exclusivo.

Tras la visita al Thyssen-Bornemisza y antes de comer con unas amigas madrileñas con las que habíamos quedado, fuimos a visitar la exposición retrospectiva de fotografías de Bruce Davidson en la sala de exposiciones Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre. He de reconocer que tuve "suerte" de que nuestro nivel de información fuera escaso, porque a pocos metros de allí, en la sala Recoletos de la misma fundación, hay una exposición dedicada a los fovistas, breve movimiento pictórico postimpresionista. Mi amiga lo hubiera preferido, y me hubiera convencido. Pero como no sabíamos, y las horas que nos daban para entrar no le venían bien, tocaron fotos.

No hice fotos en esa sala de exposiciones, porque es muy sosa. Decir que Bruce Davidson es un magnífico fotógrafo documentalista norteamericano, que como muy bien se dice en alguna de las cartelas informativas de la sala de exposiciones está a caballo entre la aguda mirada de Cartier-Bresson, y la profundidad e introspección que pone en sus sujetos de W. Eugen Smith. Componiendo tan bien como cualquier de los dos. Nos gustó mucho. Compré el catálogo.

Tras esta visita, que realmente nos gustó mucho, nos dirigimos a comer. Seguía lloviendo y, aunque las temperaturas se mantenían moderadas, apetecía relajarse un poco sentados y libres de la humedad del exterior.

Después de comer, habiendo despedido a mi amiga que se iba camino de Sevilla, el resto nos fuimos a Embajadores para ver la exposición "Cespedosa" del fotógrafo Castro Prieto en Tabacalera-Promoción del arte. Castro Prieto fue el Premio Nacional de Fotografía del año 2015, el más reciente, y sin duda es uno de los fotógrafos españoles más significativos, tanto por la profundidad de sus temas como por la perfección técnica con la que trabaja. Muchas de las obras que presenciamos están tomadas con cámara de gran formato para hojas de 20 x 25 cm.

No conocíamos, o por lo menos yo, las salas de exposiciones que se encuentran en la antigua Fábrica de Tabacos de Madrid. Este edificio, aunque adecuadamente arreglado y acondicionado, tiene un aspecto antiguo, un ambiente, que lo hace especialmente adecuado a una exposición como esta de Castro Prieto que despide recuerdos y nostalgia por todas partes. Cespedosa de Tormes es el lugar de origen de la famila del fotógrafo nacido en Madrid. Lugar que ha visitado con frecuencia, del que no se ha desligado y que le ha marcado profundamente. Lugar de sus abuelos y padres. De otra familia y de amigos. De juegos infantiles suyos y de sus propios hijos.

Al contenido, muy personal y con mucha carga introspectiva por parte del fotógrafo, hay que sumar el virtuosismo técnico del que hace gala. Como ya he comentado, muchas de sus tomas están realizadas con cámara de gran formato, para placas de nada más y nada menos que 20 x 25 cm, lo cual permite una riqueza enorme en la recogida de información visual, un modelado de las formas y las texturas sin igual, y una gestión de la profundidad de campo muy precisa que no es posible con cámaras más ligeras. Exige asimismo una profunda reflexión en el momento de la toma, que nunca es precipitada, que nunca es espontánea, que responde a una profunda observación y un apego emocional hacia las personas, los lugares y los objetos representados.

La exposición también dispone de un catálogo que se puede adquirir en la propia exposición o a través de la página web del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, que ha editado el libro junto con Auth'Spirit, empresa del propio Castro Prieto que publica sus propios libros, y donde también se puede adquirir el volumen. La calidad de impresión es bastante buena, aunque la encuadernación podría ser mejorable. Tiene un relativamente modesto coste de 25 euros.

Aprovechando la cercanía de Fotocasión, en Ribera de Curtidores, tras visitar la exposición de Castro Prieto nos pasamos por esta popular tienda de fotografía madrileña para aprovisionarme de material sensible. Película tradicional tanto en formato 120 como 135. Lo cierto es que ya que estaba allí, cargué para una temporada y a unos precios relativamente convenientes.

Y vamos con la última de la exposiciones que visitamos, "Capa en Color" en el Círculo de Bellas Artes. Traída en colaboración con el International Center of Photography de Nueva York, los contenidos de la misma corresponde con el libro que adquirí ya hace algún tiempo; la obra desconocida del húngaroamericano Robert Capa usando película en color y que ha sido organizada y rescatada por esta institución. A través del libro, ya conocía lo que iba a encontrar.

Desde mi punto de vista, en su conjunto, la obra en color de Capa no alcanza los niveles de la obra en blanco y negro. Lo cual no quita para que haya fotografías muy notables entre las mismas. Pero Capa da un sentido a su obra en color muy distinto. Más frívolo, más alegre. Hay otros fotógrafos precursores del color más inspirados que Capa. Pero merece la pena conocer este trabajo.

Capa empezó utilizando como material sensible la película diapositiva Kodachrome, una película ya desaparecida, con mucha personalidad para unos resultados muy buenos, compleja de procesar. Por esto mismo, cuando estuvo disponible utilizó también las diapositivas Ektachrome, también de Kodak, con un procesado más sencillo, con menos personalidad, y que tienen el inconveniente de que se degradan mucho más deprisa en el tiempo. La exposición nos ofrecía alguna muestra de esto.

Las dos diapositivas superiores son Kodachrome, y apenas han perdido sus colores originales, mientras que las dos inferiores son Ektachrome, y han sufrido mucho más el paso del tiempo. Supongo que en ambos casos serán copias de los originales. Por lo tanto, las copias en papel expuestas proceden de un proceso de cuidada e intensiva restauración del material sensible original.

Otro documento muy interesante es la grabación radiofónica de 1947, en la que Capa hablaba de sus memorias como reportero gráfico en la guerra mundia, "Slightly out of focus", y de su experiencia con John Steinbeck en su visita a la Unión Soviética en pleno inicio de la guerra fría. Es la única grabación que se conoce con su voz original. Os lo voy a poner porque es muy interesante, aunque no tiene el subtitulado en castellano que nos ponen en la exposición.

En la entrevista uno se da cuenta de varias cosas. Independientemente de lo gran fotógrafo que era, era un tipo simpático, con don de gentes. E indudablemente era un redomado caradura. Un sinvergüenza, aunque fuera un sinvergüenza simpático. En la entrevista cuenta su versión de cómo llegó a ser "Robert Capa", su nombre original era Endre Ernő Friedmann. Lo cuenta como una ocurrencia personal, aunque hoy en día se sabe que pudo deberse a su amante, también fotógrafa, Gerda Taro, y que al principio era la marca para las fotografías de ambos. Incluso hay fotografías de aquellos años 30, especialmente de principios de la guerra civil española cuya asignación a uno u otro es dudosa. También cuenta de una forma muy teatrera cómo obtuvo la foto del miliciano caído, versión también en entredicho. Pero es muy ameno y divertido contando anécdotas.

Cuando salimos del Círculo de Bellas Artes, la tarde estaba muy avanzada y sólo quedaba tiempo para ir paseando tranquilamente hasta la estación de Madrid-Puerta de Atocha para coger el AVE a las siete y media de la tarde. A pesar de la lluvia, el conjunto del día fue muy agradable, y las exposiciones visitadas muy muy recomendables. Si pensáis ir por Madrid próximamente, no os las perdáis, o haced lo posible por visitar alguna de ellas.